Batallas internas
De nuevo estoy aquí, en una caverna caliza que deja escurrir agua fría a través de sus paredes, bañando el recinto en una luz pálida y etérea. En días anteriores, cuando vengo aquí, la luz es cálida o refrescante. A veces el recinto es un campo extenso con hierba que crece cubriéndolo todo. A veces es un páramo frío del que brotan miles de tulipanes. A veces la noche cubre un inmenso océano fluorescente. A veces hay un bosque inmenso, con pinos, robles y saucos. ¿Por qué si la mayoría de las veces el recinto es una pintura surrealista, hoy luce como una caverna tenebrosa? Cuando ella está y toma el control, mi recinto se ensombrece. Ella está envuelta en un aura perturbada. Viste una armadura negra lustrosa de un metal color ónix, jaspeado con virutas blancas que recuerdan al cielo estrellado. Sus ojos están cubiertos por un yelmo que está decorado con una pluma color belladona. Solo puedo ver sus labios violáceos y algunos tirabuzones dorados que se dejan caer voluminosos y brillantes...