¡Atrévete a perder!
Parecía que nunca iba a termina, era la tarea más extenuante que había hecho, ya me dolían los dedos de tanto escribir y la cabeza de tanto pensar, nunca imagine que algo así podía llegar a sucederme.
Sara, la coordinadora de mi salón de clases, es la profesora más tierna e intelectual que he tenido jamás, ella me ha enseñado que para ubicar un lugar en la vida, se debe ser útil y agradable; sin darse cuenta, por ella me postule como candidata a la presidencia escolar, pues soñaba con ser líder y ayudar a mis compañeros, además me la llevaba muy bien con todos, excepto con Melé, una niña de mi edad que me detesta y no he podido saber las razones, me mira mal y de vez en cuando me pone en contra de muchos de mis amigos y hasta de los profesores, lo cual no es un problema para mí, puesto que tengo muy buenas calificaciones y excelentes referencias sobre mi forma de comportarme. Sin embargo, he analizado la situación y puede que llegue el caso en que aún ganando la presidencia, Melé me haga la vida imposible, convirtiéndose así en un punto crítico a la hora de desarrollar todos los proyectos que tengo en mente.
Cada noche antes de dormir, pienso en Melé y en cómo puedo hacerla mi amiga, sobre todo porque siento curiosidad de saber por qué me odia tanto y cómo podemos solucionar juntas esta situación.
Faltan tres semanas para votar y la profesora Sara nos ha encargado una misión; para cumplirla nos organizó en parejas y nos entregó a cada una un libro, cuyo tema era diferente para todos, el título del libro que nos correspondió a mi pareja y a mí era: ¡Atrévete a Perder! nos pareció horrífico y nos miramos detenidamente por algunos segundos, como íbamos a cumplir la misión si desde ya nuestro tema nos obligaba a hacer lo contrario… Pues bien, Melé y yo nos convertimos en no solo mejores amigas, sino también en grandes líderes, nos costó un millón de artículos relacionados con el trabajo en equipo, pero lo logramos.
Por María Del Mar Castillo Benavidez
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